LA FORMA DE LA ESPADA, BORGES

La forma de la espada, Jorge Luis Borges.



Al ser un cuento de Borges, debemos enmarcarlo en la tesis clásica sobre el cuento que plantea Piglia. Por eso, se puede decir que la historia superficial es que:

En un pueblo del interior de Uruguay llamado Tacuarembó, había un hombre con mala fama a quien apodaban “el inglés”, quien era  venido desde Brasil.  En cuanto a sus características, era un poco borracho y tenía una cicatriz en forma de medialuna que le cruzaba la frente. A la gente del pueblo le encantaba hablar sobre el origen de su cicatriz pero nunca nadie se animó a preguntarle la causa de esta. Un viajero que andaba por ahí, llamado Borges, le pidió alojamiento al inglés. Este accede y por lo tanto Borges se queda, cena con él, toman vino y hablan de Inglaterra.; ya medio borrachos los dos  Borges se entera de que el inglés no era inglés sino que irlandés.

Borges le pregunta a él el porqué de esa cicatriz y este, nunca tan confianzudo, accede a contarle. Le dice que a principios del siglo XX él era uno de los muchos jóvenes que luchaba para independizar a Irlanda de Gran Bretaña y que una de sus tareas, era estudiar a las personas que querían unirse. Entre estos, Un día apareció Jonh Vicent Moon, un tipo medio raro que repetía memorísticamente las sentencias del partido comunista y que estaba convencido de que la revolución iba a suceder.

La llegada de este personaje, resucitó la discusión política y por eso el irlandés y Moon se enfrentaron en un debate callejero en medio de  la guerra civil. Estaban tan cegados, que no se habían dado cuenta del hecatombe en el que se habían metido. En las calle dinamitaban los proyectiles de las fuerzas de seguridad cuando uno de estos cayó sobre el pecho de Moon, quien se quedó duro del pánico. Estaba acobardado, se puso a llorar y se salvó gracias al inglés que lo escondió en un edificio abandonado.

Al día siguiente, Moon que parece que no estaba herido verdaderamente, se levantó mejor y con ganas de hablar pero el inglés le dice que no hay tiempo para eso, qué hay que seguir luchando. Moon, se volvió a paralizar y se justificó con que le dolía la herida, aunque en realidad era que lo invadía el miedo. El inglés sintió compasión con él y por eso a última hora del día siempre iba a ayudarlo.

Un día, con la guerra civil ya muy avanzada, el inglés fue a asistirlo a Moon un rato antes que lo cotidiano pero al entrar al edificio escuchó la voz de Moon estaba hablando con alguien a quien le decía que el inglés volvía a las siete, así que ahí podían arrestarlo. Entonces, lo que estaba haciendo Moon era vender al inglés para ser rescatado.

Apenas esta persona con la que Moon hablaba se fue, el inglés empezó a perseguir a Moon y con una espada filosa muy peculiar, el inglés le hizo a Moon una cicatriz en la frente. Aquí se puede ver el “efecto sorpresa” del final de cuanto que Piglia afirma en su primera  tesis clásica sobre el cuento.

Llegado a este punto de la conversación, Borges mareado por el alcohol miró fijo al inglés, se detuvo en su cicatriz y no dijo nada. Entonces, el inglés siguió la historia diciendo que el traidor cobró el dinero del gobierno y huyó al sur de Brasil hasta que terminó en un pueblito de Uruguay.

Borges le preguntó si en realidad le estaba contando una confesión y el inglés le dijo que sí, que se lo había contado al revés así mantenía su atención. Admitió ser Moon y le dijo a Borges que si quería que lo despreciara.

Esa “confesión” de Moon es la historia profunda del relato. Es esa parte de abajo del Iceberg que sale a flote y que - como mencioné antes - genera ese efecto sorpresa en el lector.


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