24 de septiembre

 24 de septiembre


     Querido diario, hoy es 24 de septiembre, el día del natalicio de uno de los mejores jugadores de fútbol de la historia - Lionel Andrés Messi- de una de las personalidades sanitarias argentinas más destacadas - Guillermo Rawson -  del novelista y ensayista de mayor espíritu aventurero y fantástico - Ernesto Sabato- y de uno de los campeones mundial de fórmula uno más grande - Juan Manuel Fangio-


     Además de estos aniversarios de nacimientos es el día del Cantor Nacional en honor a la muerte de uno de los intérpretes más emblemáticos para nuestra indioscincracia: Carlos Gardel, “el zorzal” Y en honor a esto el 24 de septiembre también va a ser la primera vez en que me anime a dar el paso a hacer lo que amo y a sentir el efervescente calor del público después del  cruento momento que padecí: la muerte de mi padre. Hoy va a ser mi vuelta a los escenarios. Desde hace meses que venimos ensayando con la banda, probando cosas nuevas, haciendo arreglos distintos y sobretodo conteniéndolos el uno al otro para mantenernos fuertes. 


     No sabíamos si queríamos dar algo íntimo, acústico, a la carta o algo más movido donde suenen todos los instrumentos posibles. 


       Optamos por la segunda opción. Elegir el repertorio para el show de hoy no fue nada fácil: mi idea era hacerle un tributo a Gilda pero también a Gardel y así entremezclar dos de los géneros populares más hermosos que tenemos: el tango y la cumbia. Tuve que abortar esa idea porque comencé a sentir que el show tenía que ser un homenaje a mi papá y principalmente girar en torno a una canción  muy particular que no podía no cantar: el oso de Moris. Esta poesía la entonaba - casi todas las noches - mi padre en el living de la casa de mi niñez ubicada en calle Jujuy y Lorenzo Moreno.


        Cuando oía salir de su boca la hermosa épica que esta obra de arte emana, más allá de que no entendía bien de qué o sobre qué hablaba la letra y, en mi imaginario, solo tenía presente a un oso todo destruido y maltratado que se encontraba enjaulado porque formaba parte de un circo, me tranquilizaba y me conciliaba el sueño. Se me viene a la cabeza la fotografía de mi en pijama (rosa, porque usaba todo rosa, y lo sigo haciendo, incluso mi vestuario para el show de hoy es de ese mismo color) a upa de mi papá mirando hacia las pequeñas manchas bordo y negras que el piso beige del living tenía mientras sentía ese fuerte olor a café tostado que todas las noches había en mi cada. Además de esta canción, mi papá me cantaba otras como por ejemplo “La Oma”, pero yo siempre me dormía mientras sonaba “El Oso”


      Al día de hoy, esa canción me transporta, y más allá de ahora saber el significado real de esta letra y la intención de Moris al escribirla, me recuerda a mi cuando era chiquita, cuando tenía esa inocencia que me invadía y nada me preocupaba, cuando  solo me iba a dormir con esa melodía en mi cabeza. 


     Obvio que a medida que fui creciendo este tema se convirtió en una especie de “himno familiar”  que cantabamos en todos los karaokes de las reuniones familiares, en todos los viajes, en todos los momentos que compartíamos juntos.


     Hoy que mi padre ya no está quiero rendirle homenaje e interpretar esta canción con todos mis ánimos frente a las miles de personas que van a venir a verme. Hacerle los arreglos no resultó una tarea sencilla, con el “colo”, mi guitarristas, estuvimos noches enteras tratando de buscarle la vuelta, no porque sea una canción difícil de hacer sino porque quería que cada acorde suene a la perfección. 


      Recuerdo que la primera vez que el Colo, mi guitarrista, me mandó la base en mi tono para que la probase no llegué a entonar el primer verso que ya había roto en un llanto tan frío y húmedo como un día de invierno en la pampa húmeda, no soportaba cantar esta canción con su ausencia.  Además el pensar en que iba a ser mi primera presentación sin él en primera fila alentándome me carcomía la cabeza. 

Con el paso del tiempo y de los ensayos fui tomando coraje y tratando de avanzar palabra a palabra sin llorar. Fue algo arduo pero lo quería hacer, yo quería interpretar igual esa melodía en mi primer Gran Rex. Como terca que fui lo logré, en el último ensayo salió como si esa letra me significase todo y nada al mismo tiempo. Espero hoy no fallar, no llorar pero sí emocionarme, si contar a través de “el oso” lo importante que fue mi padre para llegar a ser la artista que soy hoy.


        Mientras seguía pensando con la banda cómo seguir armando el repertorio, recordé esas tardes de domingo cuando era pequeña y hacía shows en el living de mi casa frente a un espejo antiguo de color cobrizo que estaba frente a los sillones y junto al tocadiscos heredado se mi abuela mi papá siempre elegía los vinilos para que yo interpretara y obvio que el Oso nunca podía faltar. Pero siempre me ponía un disco, que considero, uno de los mejores de los últimos tiempos: “El amor después del amor” de Fito Páez, me gusta mucho porque desde el rock combina distintas melodías que armonizan a la perfección.  A raíz de esto pensamos entonces en hacer un setlist a puro rock que proponía comenzar con un medley de algunas canciones de el disco que nombre anteriormente y luego seguir con otros clásicos del rock nacional como “La bestia pop”, “Mary Poppins y el desollinador”, entre otras para así concluir con la perla final: el oso.


        En el ensayo esta mezcla de canciones y artistas de nuestro rock nacional salió a la perfección. Como toda virginiana espero que esta noche salga todo bien, que pueda dar lo mejor de mi y principalmente que logre llegar a los corazones de mi público que tanto me ha apoyado en este último tiempo y que han logrado que hoy llegue a ser la artista que soy. 

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